En esta entrada a nuestro blog, vamos a tratar de quitarle un poco de drama al asunto. Tener una lesión discal no es el fin. ¡¡Las hernias discales no matan!! (Aunque es verdad que puede fastidiarnos bastante la existencia).
Se por experiencia propia (algún día os contaré mi caso) que este tipo de lesiones pueden ser realmente molestas, dolorosas, y disminuyen mucho nuestra calidad de vida.
Imagino que si estás leyendo esto es porque tienes una hernia discal. ¿Cierto? Si no sabes lo que es, y estás aquí por curiosidad, visita nuestro post, donde te explicamos qué es una hernia discal.
Posiblemente antes de que te diganostiquen esta lesión, a lo largo de tu vida hayas tenido algunos episodios de lumbago. Dolor muy agudo que limita bastante, o por completo tus movimientos. En este caso, seguramente acudiste al médico, quien te mandó alguna inyección para aliviar el dolor, y te prescribió reposo. Tras varios de estos episodios de lumbalgia, el siguiente se acompaña de dolor hacia una pierna, lo que agrava aún más el problema. Esto ya nos mata. No nos deja movernos bien, caminar, ir al baño o ni siquiera dormir. En el caso de las hernias cervicales, es exactamente igual, pero el dolor se va hacia el brazo. Será difícil moverlo, y además sentiremos malestar general, dolor de cabeza o mareos. En tu caso el médico hace lo mismo. Con suerte, inyección y reposos.
Finalmente, después de más o menos tiempo de sufrimiento nos hacen una resonancia y nos diagnostican: «Tienes usted una hernia discal». Desde ese mismo momento en el que nos dicen lo que nos ocurre, el problema no ha hecho más que empezar. Ahora tenemos un diagnóstico. Somos oficialmente enfermos.
Ahora te hago una pregunta: ¿Cambia algo tu dolor al saber lo que te ocurre, que no sabiéndolo? La respuesta es no. Te va a seguir doliendo igual. Hasta que un buen día empieza a mejorar…
Si tu dolor y tu ciática (dolor en la pierna) o tu braquialgia (dolor en el brazo) empiezan a mejorar y tú aún no has sido víctima de una operación quirúrgica; enhorabuena. Vamos por el camino seguramente más correcto. Está demostrado que con el paso del tiempo, tratamientos de fisioterapia y ejercicio físico, además de unos buenos hábitos posturales, el dolor en algún momento va a mejorar o desaparecer. Volveremos a ser personas «normales».
A medio y largo plazo, tanto las personas que han sido operadas como las que no lo han sido pero si han seguido algún plan de ejercicio, mejorar lo mismo. Tienen el mismo nivel de mejoría. Con la pequeña diferencia de que los que han pasado por una cirugía tienen muchas posibles complicaciones que los que hacen ejercicio no tienen.
En principio, si no hay complicaciones o algo que realmente comprometa tu integridad, no te operes. En cuestión de algunas semanas, volverás a tener la calidad de vida que tenías antes, pero con la diferencia de que ahora conoces la importancia que tienen los buenos hábitos de vida y el ejercicio físico para tu salud.
Deja un comentario